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CLE: Según el escenario actual, ¿Qué amenazas existen o podrían presentarse en el futuro cercano, que comprometan la misión y el compromiso institucional?
GDE: La Universidad tiene que transformarse en temas como la cobertura, la inclusión y la pertinencia, para pasar de la sociedad industrial de ayer a la sociedad del conocimiento, en medio de una sociedad espacial y socialmente fragmentada, entre otros, y resulta que, si no definimos con claridad nuestra misión como Universidad del Estado con responsabilidades en el orden nacional y regional, pondríamos en riesgo su naturaleza de tener que actuar en términos de mercado ofreciendo el conocimiento y tratando a nuestros alumnos como mercancías. Esta pandemia nos ha enseñado que el país requiere un modelo económico mucho más humanizado, en donde la naturaleza no se instrumentalice. La Universidad Nacional está diseñada en función de lo público y del interés general; tenemos una fortaleza por el modelo económico que se va a demandar después de esta profunda crisis sanitaria por sus enormes impactos económicos y sociales. Pero la Universidad Nacional sabe que la Universidad Privada va a pelear por hacer negocios con cursos a distancia, cobrando a los graduandos por titularlos sin gran esfuerzo. La Universidad Nacional tiene que ser mucho más creativa, para también apostarle a la educación por internet, muchos posgrados se van a manejar de este modo. Como el pregrado prácticamente está subsidiado, las rentas propias se están supliendo por la vía de los posgrados y yo creo que ese modelo no es sustentable.
La Universidad tiene que volverse una Universidad de investigación y extensión, pero con una docencia fortalecida y articulada a ese quehacer, y también por la virtualidad puesta al servicio de la provincia y en particular de las regiones marginadas, para contribuir a su desarrollo y no al del mercado; esa debe ser la modernidad, construyendo conocimiento pertinente para darle respuesta a las necesidades del país.
Creo que este PLEI 2034 tiene todos los elementos para la transformación de la Universidad, porque se está considerando la cultura, la democracia y la gobernanza; para adecuarse y resolver los grandes desafíos que se van a hacer evidentes después de esta pandemia.
CLE: ¿Cómo se construye la universidad nacional en medio de la divergencia y multiculturalidad colombiana?
GDE: En la mesa 1 estamos cuando hablamos del país al tratar la dimensión nacional, entonces dado el carácter multicultural y biodiverso de Colombia, y el esquema de sedes de la institución, pensamos que nuestro territorio es la eco región cafetera.
Nosotros tenemos sede en San Andrés y Tumaco para hablar de los mares que representan el 45% de nuestro territorio; en el Amazonas y el Orinoco (Arauca) para hablar de dos cuencas que representan el 46% del continente suramericano; además, las sedes de Bogotá y Manizales tienen que estar mirando la plataforma logística en la Dorada y la hidrovía del Magdalena. La Universidad Nacional tiene que empezar a plantear la importancia de recuperar el Rio Grande de la patria, que es la historia del país, y hábitat de 50.000 pescadores están cambiando de vocación, al igual que sus pueblos rivereños que fueron puertos, pero cuya economía ha debido migrar al sector agropecuario.
Un ejemplo, < si además de dos mares y grandes hidrovías por desarrollar, y si tenemos puertos en La Dorada y Antioquia en Urabá, y también el Valle del Cauca en Buenaventura> la pregunta es, ¿para hacer presencia desde nuestras Sedes por qué no tenemos formación en puertos y canales?... Eso podría ocurrir para tener planes de estudio que le apunten a las demandas y posibilidades enormes del país.
Cuando hablo del eje cafetero, vemos los planes de desarrollo de la ecorregión, hablando de regiones centro sur, alto occidente, bajo occidente…, y eso no dice nada, deberíamos entender que un territorio no se puede desestructurar, y expresar el territorio como una construcción social e histórica, tal cual se propone con los Mundos de Samoga, al expresarlo haciendo su lectura desde la cultura.
Allí, al tratar la región magdalenense por su historia con el Magdalena y la Botánica de Mutis, la región de Anserma y Riosucio por la minería con sus comunidades afro e indígenas, la región cafetera por la colonización antioqueña y nuestra alta cordillera por los páramos con sus ecosistemas andinos y volcanes, se propone se ver el territorio no como un simple espacio de transformaciones sino como un constructo cultural, y como un sujeto de derechos bioculturales. Las posibilidades del territorio desde la perspectiva de su potencial cultural y natural es lo que debe mediarse para cuando tengamos el dialogo con los actores sociales para definir la agenda de la Universidad al 2034.